lunes, 26 de octubre de 2015

Alebrijes, desde Oaxaca a Paquimé.

Durante los días 22, 23 y 24 de octubre de este 2015 artesanos de Oaxaca visitaron Paquimé como como invitados y parte del "2° Festiva en las Casas Grandes zona arqueologíca Paquimé" organizado por el Instituto de Antropología e Historia (INAH) delegación Chhuahua, el Centro Cultural Paquimé y Consejo regional de Cultura del Norte.

Los artesanos recorrieron los municipios de Janos, Ascensión, Galeana y Buenaventura mostrando sus trabajos y explicando cómo se realizaban además de tenerlos a la venta en las instalaciones del museo de Paquimé.



El conocimiento para la elaboración de tallados en madera es un proceso que se adquiere de generación en generación. Los habitantes del poblado de San Martín Tilcajete en le estado de Oaxaca nacen y crecen estrechamente ligados a la elaboración de figuras como parte del entorno familiar; viven entre las pilas de troncos de copal, con las herramientas, la pintura o el proceso mismo: el tallado, la pintada y la exhibición de piezas para la comercialización dentro de sus hogares. Así, niños y jóvenes van aprendiendo de los más viejos este oficio.

San Martín Tilcajete Se localiza en la parte central del estado, en la región de los Valles Centrales, a una altura de 1, 500 metros sobre el nivel del mar. Pertenece al distrito de Ocotlán de Morelos. Limita al norte con los municipios de San Bartolo Coyotepec, Santa Catarina Quiané y Santo Tomás Jalieza; al sur con Ocotlán de Morelos, San Juan Chilateca y Santa Ana Zegache; al oriente con Santo Tomás Jalieza; al poniente con Santa Ana Zegache y Santa Catarina Quiané. Su distancia aproximada a la capital del estado es de 23 kilómetros al sur.
El nombre correcto es Tilcaxitl que significa: "Cajete negro". Se compone de Tlitic,"negro" y caxitl,"cajete". San Martín en honor del obispo de Tours, quien se distinguió por su generosidad repartiendo su capa con un mendigo.
Existe otra explicación toponímica de Ticajete: la palabra se compone de Til, que significa "tinta de cochinilla"; y de Cajete, que se refiere a un montículo de piedras que circundan un nacimiento de agua a manera de pozo o noria.

Este significado es más congruente para los actuales habitantes, puesto que en la antigüedad el pueblo se dedicaba a producir la tinta de cochinilla para aplicarla como colorante de sus prendas de vestir.

La historia de los alebrijes.
Como en la mayorías de las artersanías su orígen pertenece a usos más cotidianos de la madera, como utensilios de trabajo y para el hogar, algunos juguetes y detalles. Al principio se usaba el palo del tzompantle, madera que al parecer ya no existe en la región. Antes, elaboraban las piezas en blanco, sólo era la madera tallada sin pintar; los viejos comentan que las hacían al natural, rústicas, pero con el transcurrir del tiempo comenzaron a pintarlas con el tizne de las ollas y del comal, con lo que les daban "color". Poco después empezaron a pintarlas con anilina. Ahora el material que se usa es el copal lo que genera que lo siembren en las comunidades y tenga distintas texturas según la región. Las figuras se tallan con machetes y navajas, luego la madera se lija y resana, para después curarse con gasolina; cuando la pieza está seca, se pinta con cuantos colores y motivos surjan de la imaginación. La producción de una figura pequeña, de apenas dos centímetros, requiere de una hora, mientras que un atlante exige una inversión de varios días, a veces semanas.

El término alebrije tiene su origen en la familia Linares, muy famosa por sus piezas fantásticas elaboradas en cartón. Hay otra versión en Arrazola, población donde también se elabora este tipo de artesanía. Se cuenta que a principios de los 80 Pedro Linares fue de visita con unos familiares y les mostró algunos de sus alebrijes, y Manuel Jiménez decidió elaborar seres fantásticos.
El asunto es que ahora las comunidades trabajan con todas las formas posibles (incluyendo un simpático "marcianito") además de usar el copal para nacer marcos para retratos, aretes y otras artesanías que complementan su trabajo como artesanos de la madera y campesinos.

Los precios son distintos de acuerdo al tamaño de la figura y lo laborioso de su hechura; un alebrije puede costar, por sus características, desde 25 a 7 mil 500 pesos que es bastante menos del precio en que han llegado a venderse piezas semejantes en galerías de los Estados Unidos o Europa.

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